domingo, 26 de abril de 2009

(Yoga) Darshana-Upanishad Doctrina Secreta del Sistema (Yoga)


Esta upanishad es un texto de redacción clásica, en el sentido de que se presenta a
si misma como las enseñanzas dadas por el liberado Dattatreya al sabio Samkriti. Por
otro lado, las materias enseñadas se exponen en el orden natural, calcado sobre el
de las indicaciones del ashtangayoga de Patañjali. El mismo título sugiere que se
intenta resumir las enseñanzas existentes, lo cual convierte la obra en uno de los
últimos textos existentes en este género de literatura.
Sin embargo, los autores han intercalado en diversos lugares del texto lecciones
concernientes a materias que no figuran en los yogasutras. Así, por ejemplo, la teoría
de los nadis (canales por los que circulan los alientos vitales) y una larga explicación
sobre la geografía del cuerpo sutil (con sus montañas, ríos y lugares de
peregrinación). De la misma forma, se modifican ligeramente y se amplían a diez los
preceptos ético-morales (yama y niyama).
La yogadarshanopanishad esta dividida en diez khandas (capítulos o secciones) de
longitud desigual. Resulta sorprendente la desproporción que existe entre estos
distintos capítulos: diez estrofas (slokhas) para el samadhi frente a cincuenta para el
pranayama, apenas seis estrofas para dhyana, cuando se dedican mas de sesenta
para hablar de los nadis. Muy probablemente los autores de la Upanishad pensaron
que carecía de utilidad repetir las claras y precisas enseñanzas de los yogasutras
sobre cuestiones de técnica, pero que era misión suya comunicar algunos de los
comentarios que les hacía su guru. Así por ejemplo, en el capítulo consagrado a
dharana (fijación de la atención sobre un solo punto) no se dice nada sobre la técnica
a emplear para lograr esta inmobilidad del complejo mental, pero enseña que los
adeptos harán bien en utilizar dharana para reconocer en su cuerpo la presencia de
los cinco elementos con las divinidades que son sus guardianes. En este terreno, la
upanishad eligió dar una enseñanza paralela, complementaria de la que contienen
los textos básicos; al hacerlo, nos transmite, sin duda, las lecciones originales del
maestro que dirigió su elaboración.

El interés de la yogadarshanopanishad radica, pues, esencialmente en las doctrinas
esotéricas referentes a la anatomía sutil y su analogía con el mundo terrestre: los
nadis son rios provistos de lugares sagrados (tirthas). Estos lugares de peregrinación,
frecuentados por los devotos de las diversas sectas hinduistas, son en el cuerpo sutil
puntos privilegiados que deben ser reconocidos con la ayuda del guru. Igualmente, se
relaciona la circulación del prana en el cuerpo con el paso del sol a través del
zodíaco.
No menos interesante es reparar en que la yogadarshanopanishad se esfuerza en
reconciliar el vedanta con el yoga; el “leit-motiv” del texto es que atman es idéntico a
brahman y que éste, siendo esencia pura, trasciende absolutamente el mundo de los
fenómenos; en último término se duda de la existencia del universo, ya que los
autores llegan a afirmar que no existe mundo fenoménico (X.3), posición extrema que
da lugar a la negación de todo lo que no es brahman: el propia samsara
(transmigración) no es sino una ilusión carente de realidad.
En consecuencia, el “fruto” del yoga es, para el adepto, tomar conciencia con ayuda
de la meditación y otras prácticas que conducen al samadhi, de que nada existe
(fuera de brahman). Si lo logra adquiere ese estado de soledad trascendental
(kaivalya) que ya los yogasutras proponían como objetivo a quienes iniciaban el
camino del yoga.
CAPITULO PRIMERO: YAMA

I.1. El gran yogui Dattatreya, magnánimo señor, es él, vishnu, el grande, el de los
cuatro brazos, que reina absolutamente sobre la ciencia del yoga.
I.2. Así pues, su discípulo favorito, Samkriti Maharshi, un día que estaba a solas con
su santo guru, inclinándose ante él, le habló juntando las manos en señal de respeto.
I.3. «Enséñame, señor, esta ciencia del yoga, con sus ocho miembros, pues sé que
conociendola me convertiré en un liberado en vida (jivanmukti)».
I.4. Vishnu le respondió: «escúchamen bien Samkriti, te voy a enseñar el yoga».
I.5. Los ocho miembros son: abstenciones (yama), observancias (niyama), posiciones
(asana), control de la energía fundamental (pranayama), abstracción sensorial
(pratyahara), concentración (dharana), meditación (dhyana) e interiorización completa
(samadhi).
I.6. Las diez abstenciones son: no causar daño, comunicarse con sinceridad, no
robar, moderación en los placeres sensuales, compasión, ecuanimidad, fortaleza de
espíritu, confianza (en alcanzar el objetivo), moderación en la dieta y limpieza.
I.7-8. No causar daño a nadie en acto, palabra o pensamiento, es ahimsa, según el
veda, pues atman esta presente en todo, inaccesible a los sentidos, en todos los
seres.
I.8. Reconocer a atman en todo es el ahimsa verdadero, como afirman los sabios.
I.9-10. Lo verdadero es lo que se percibe por la visión, el oido y los otros sentidos,
pues todo lo que existe es brahman, como dicen los que saben.
I.11. No codiciar con el pensamiento el bien ajeno, sea paja, oro, joyas o perlas, es la
honradez.
I.12. Y en el atman no ver su contrario, es ser mas honrado aún: así se expresan los
que saben.
I.13. Practicar la moderación sensual, aplicando tu espíritu sin distracción a la
búsqueda de brahman, y absteniéndote de las mujeres en acto, palabra y
pensamiento, incluso de tu propia esposa, salvo en los dias siguientes a la regla.
I.14. Tener compasión es contemplar al prójimo en acto, palabra o pensamiento,
como si fueses tú mismo: así se expresan los que saben.
I.15. Comportarse siempre de la misma forma con respecto a cualquiera, hijo, amigo,
esposa, enemigo, es ecuanimidad.

3
I.16. La octava abstención (fortaleza de espíritu) es no ceder a la debilidad de
encolerizarse contra los enemigos, aún cuando ellos te provoquen.
I.17-18. Fortaleza de espíritu es saber que el conocimiento despierta por el
renunciamiento al mundo y el estudio de las escrituras sagradas, conjuntamente con
la fe en lo que afirma el veda: "yo soy atman y nada más".
I.19. Se progresará en el camino del yoga ahuyentando la gula del alimento que se
sirve.
I.20-22. Mantener limpio el cuerpo frotándolo con barro y agua: así se purifica el
exterior.
I.21. Pero no hay que olvidar la pureza de espíritu que consiste en saber que se es
puro en el fondo de uno mismo.
I.22. Pues el atman es puro, a diferencia del cuerpo que es impuro: quien lo olvide,
aún lavando su cuerpo, lo perderá todo, como el insensato que, dejando el oro, coge
el puñado de tierra.
I.23-24. El yogui que se sacia con la ambrosía de conocimiento tras haber
abandonado el mundo no tiene ningún deber que cumplir.
I.24. Si imagina tenerlo no tendría derecho a ser llamado sabio.
I.25. Conocer atman es comprender que no existe nada que valga la pena hacer en el
mundo; así pues, es preciso, por medio de las abstenciones, llegar a comprender el
atman como idéntico al inmutable brahman.

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