domingo, 29 de noviembre de 2009

Mudras para controlar el prana



Los Mudras pueden explicarse como cierta posición de las manos o actitud del cuerpo con que se representa la psiquis.

Los mudras son técnicas gestuales que nos conectan con nuestro interior y la Energía Universal.

A las manos se les da gran cantidad de significados espirituales, presentándolas como un libro abierto para conocer el mundo de la espiritualidad.Algunos Mudras se utilizan para controlar los procesos involuntarios fisiológicos, es decir aquellos que ocurren fuera de nuestra conciencia habitual.

Pero en si, todos ayudan a lograr un estado espiritual introvertido.

Los Mudras llevan al individuo a un estado mental de meditación (Dhyana), alejando los sentidos físicos de su atención en lo externo.

En los textos sagrados, se aprendía que ciertas formulas del sánscrito tenían el despertar de poderes (Shiddis). Entonces el practicante desarrollaba con sus dedos o su cuerpo una unión con la fuerza divina, reconociendo más allá de sus 5 sentidos físicos, una percepción de su propia naturaleza divina.

Este poder se produce a través del despertar de la energía dormida llamada Kundalini (Nenriki)que se encuentra en la Base de la Columna.

En la actualidad se pueden encontrar muchos Mudras en el Yoga, las danzas Hindúes, Budismo, Artes Marciales, y algunas religiones Orientales. Países como India, Tibet, China, Japón, Tailandia, Nepal, Etc, han desarrollado este tipo de técnicas en sus Religiones esotéricas.

Su utilización

En principio solo fueron desarrollados como medio espiritual, pero luego muchos Mudra fueron proporcionados para beneficios mentales y físicos.

Con los Mudras se desarrolla el poder de percibir las corrientes de energías internas (Ki-Prana-Chi) dentro del cuerpo sutil, y con el tiempo pudiendo controlar esa energía a voluntad.

Esto da la posibilidad de llevar la energía a cualquier parte de su cuerpo que necesita más vitalidad o estuviera enferma, restableciendo el flujo normal de energía (autocuración).

Con el tiempo los practicantes pueden desarrollar la capacidad de llevar su propia energía a otras personas por medio de los Mudras, o también reactivar la energías de otros seres.

Según la teoría Indu del Ayurveda, la mano izquierda es pacificación, la mano derecha es discernimiento.
En la mano izquierda se representa la concentración, y en la derecha la sabiduría.

En la mano derecha: el meñique representa sabiduría, el anular discernimiento, el medio, capacidad de hacer votos, el índice, poder, el pulgar, conocimiento.
En la mano izquierda: el meñique es caridad, el anular disciplina, el medio paciencia, el índice energía, el pulgar contemplación.
Luego hay una enseñanza basada en los cinco elementos: el pulgar es el éter, el índice el aire, el medio el fuego, el anular el agua, el meñique la tierra.

Los Mudra Budista

Durante el siglo VI de nuestra era, en el norte de la India, algunos maestros Budista influenciados por las antiguas enseñanzas Brahmánicas, desarrollaron ciertos Mudra con el poder sutil de la naturaleza divina.

Junto a secretas oraciones (mantras) y actitudes mentales (mandalas), establecieron el camino esotérico Budista conocido hoy en día como Vajrayana ( vehículo del Diamante). Con el fin de poder llevar al estudiante a la iluminación de los Buddha.

Luego estas enseñanzas pasan a China, donde la secta de Zhiyi creció de forma rápida y se convirtió en el grupo budista más importante de China durante los siglos VIII y IX. El monasterio matriz del monte Tiantai se convirtió en un centro muy prestigioso del aprendizaje budista.

El Monje Kobo Daishi (Kukai) fue a China en el año 804 junto al monje Saicho a estudiar el Budismo esotérico en la gran capital de T'ang de Chang-an. Kukai se hizo discípulo de Hui Kuo, quien era uno de los maestros mas importantes del Budismo en China. Con el tiempo, Kukai desarrollo su propia síntesis de la práctica y de la doctrina esotérica centrada en el Buda cósmico Vairocana. De aquí luego provienen las ramas Budista Shingon y Tendai del Japón.

En Japón se conoce el Mudra como Kei In o Ketsu In.

Provenientes del Budismo Shingon y el Budismo Tendai, estos gestos son usados en el Mikkyo.

El Mikkyo (Enseñanzas Secretas) busca sus practicas enfocadas en los 3 misterios; el cuerpo, la palabra y la mente. La práctica del San Mitsu (tres Misterios) sería: pensamiento - palabra - acción.

El San Mitsu del Mikkyo en el Shingon, puede verse de la siguiente manera:

1) El cuerpo mediante gestos devocionales Ketsu In (mudras) y la utilización de instrumentos rituales.

2)La palabra con fórmulas sagradas (mantras) que despiertan y mueven energías interiores y exteriores.

3) La mente a través de la meditación concentrada por ejemplo en Mandalas. Dos importantes mandalas sagrados son los que representan con gran esquematismo los dos aspectos de Vairocana, el Mundo de Diamante (kongo-kai) y el Mundo Matriz (taizo-kai). Estos están dispuestos en los altares Shingon como focos de meditación. En el Shingon se cree que todo Ser Humano posee estas tres facultades, y a su vez cada una de estas facultades poseen todos los secretos del Universo, de modo que uno pueda lograr el estado de Buda.

Dentro del Mikkyo podemos encontrar las enseñanzas de los Kuji Kiri o 9 sellos cortantes. Estos son utilizados con diferentes motivaciones.

Los Kuji Kiri son muy conocidos en los adeptos del Shingon y Tendai. Los antiguos guerreros de la montañas (Yamabushi) que practicaban el Shugendo, también desarrollaron este tipo de práctica esotérica, dando sus enseñanzas a muchos guerreros del antiguo Japón, como los Ninja.

Los Monjes usando sus dedos entrelazados forman 9 mudras (Kuji In) que luego dibujan en el aire con movimientos cortantes (Kiri), con el sentido de canalizar energías divinas o cortar con energías negativas.

Dentro de sus rituales también usan el Go-Ko-Sho o Vajra, especie de instrumento antiguo que es usado en ocasiones para hacer Ketsu In ,mandalas, Etc.

Los 9 Kuji son:

Rin - Pyô - Tô - Shâ - Kaî - Jîn - Letsu (retsu) - Zai - Zen

domingo, 1 de noviembre de 2009

John Main. Meditación Cristiana



Uno de los más influyentes líderes espirituales de la oración en nuestros tiempos
fue John Main, un monje Benedictino Irlandés. Nació en Inglaterra en 1926 y
murió en Canadá cincuenta y seis años después . De acuerdo a Fr. Bede Griffiths,
que escribió poco después de la muerte de John Main, él fue el ’más importante
líder espiritual de la Iglesia actual’.

John Main era un joven diplomático Católico que vivía en el Lejano Este y fue
introducido a la meditación por un monje Hindú llamado Swami Satyananda. Sin
alejarse de su propia fe, John Main inmediatamente reconoció el valor de esta
práctica que profundiza y enriquece las otras formas de oración Cristiana. No fue
hasta muchos años después que se percató de lo mucho que esta práctica de
oración silenciosa del corazón se encontraba enraizada en su propia tradición
Cristiana. Pudo ver con mirada fresca las enseñanzas de Jesús sobre la oración. Y
leyó una nueva descripción viva de John Cassian acerca de los primeros monjes
Cristianos, Los Padres y Madres del Desierto, que practicaban y enseñaban con su
humilde ejemplo la disciplina simple de ’la oración de una palabra’. Vio el poder
que tenía esta disciplina para lidiar con las distracciones que inevitablemente
llenan la mente, sobretodo durante la oración pero también en otros momentos.

En el mantra vio el camino de esta quietud (’hesychia ’ como la llamaban los
Cristianos del Este) u ’oración pura’ que es la ’adoración en Espíritu y verdad’.
Vio como la disciplina del mantra purifica el corazón de deseos contradictorios y
nos unifica. El lugar de la unidad es el corazón, en donde hallamos nuestra más
profunda y natural orientación hacia Dios como fuente personal y meta última.
Entendió también cómo un mantra nos lleva a esa pobreza de Espíritu, o de la no-
posesividad, que Jesús afirmaba como primera virtud y condición para la
felicidad humana.

John Main pronto aprendió, por medio de su propia práctica de meditación que
la disciplina de meditar en la mañana y en la noche da balance a todo el día,
cada día de nuestra vida, en una paz y dicha cada vez más profundas. Y cada vez
más, notaba la conexión entre su experiencia de paz interna con el Evangelio y
la fe Cristiana. La oración se volvió más importante que hablar o pensar en Dios.
Es ser con Dios.